Hoy en día, existen diferentes formas de acceder a internet, siendo dos de las más habituales las aplicaciones y los navegadores. Si bien la primera está en claro auge debido a la gran presencia de los dispositivos móviles en nuestra rutina, la segunda en su versión de escritorio tradicional está algo más vinculada a las computadoras. En este artículo, entraremos a comparar ambas opciones, analizando sus debilidades y sus fortalezas, aunque al final todo dependerá del contexto y las preferencias del usuario.
Versión para navegador: puntos fuertes y debilidades
La principal ventaja del uso del navegador es su compatibilidad, permitiendo acceder al sitio web desde cualquier tipo de aparato inteligente sin necesidad de descargar ningún archivo ni de ocupar memoria. En el mundo del juego, por ejemplo, todavía hay muchos que siguen prefiriendo la versión de escritorio de las salas virtuales, principalmente, por una cuestión de tamaño de pantalla, que permite jugar a los juegos más populares en casinos en línea con mayor comodidad que en la versión app, que sigue teniendo sus ventajas.
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En su contra, encontramos aspectos como la velocidad, que puede ser algo más lenta; o una personalización del contenido más pobre. Aunque es cierto que este se actualiza de forma automática sin pedir permiso, no se aprovecha de todas las capacidades del online para determinar aquello que puede ser de interés para el internauta. Además, el acceso está condicionado a siempre estar conectado a la red y limitan mucho aquellas acciones que requieren de la convivencia de elementos como la cámara o el micrófono.
Versión para aplicación: puntos fuertes y debilidades
Como hemos mencionado, las aplicaciones han entrado con mucha fuerza en los tiempos actuales y parte de ese éxito se debe a la sencillez a la hora de conectarse, a menudo apostado por la intuición y la fluidez. Al mismo tiempo, suelen ser rápidas en la ejecución, sin tener que cargar páginas y con acceso directo desde la página de inicio, con un solo clic. Dependiendo de las funciones, que las hay tanto generales como muy concretas, puede pedir permiso para entrar en la cámara, los contactos o la galería.
Entre las desventajas de usar las apps, más allá de la simplicidad, que puede ser un arma de doble filo, la más evidente es que ocupa cierto espacio del dispositivo, lo que puede suponer un problema para el internauta en caso de no contar con demasiado almacenaje. Otras dificultades que presenta son las actualizaciones constantes, obligatorias en muchos casos para mantener las funciones para las que han sido diseñadas; y la dependencia de los principales sistemas operativos, muy vinculados a iOS o Android, sobre todo.
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Principales conclusiones de la comparación
Dependiendo del contexto, la actividad y las preferencias de los usuarios, puede encajar mejor una aplicación o un navegador. A grandes rasgos, se adecuarían mejor en el primer grupo aquellas acciones frecuentes, pero rápidas y sencillas, como las redes sociales o la banca online. También en aquellos momentos en que la experiencia necesita garantías de seguridad y confidencialidad, pues en la actualidad las plataformas de acceso directo suelen contar con un grado de protección más elevado que muchas páginas web.
En el segundo grupo, la navegación en versión escritorio, podemos encontrar muchos otros casos. Por ejemplo, en tareas más complejas y que se combinan entre sí, como podría ser una videollamada de trabajo con la constante toma de las notas. Al mismo tiempo, en prácticas esporádicas, a las que la descarga de una app no se les sacaría el provecho necesario; o cuando se tiene que vigilar no sobrepasar la memoria del aparato. En definitiva, sería la opción ideal para acciones más lentas, complejas y puntuales.