La caja es el cierre de la trilogía del director venezolano Lorenzo Vigas, cuyas entregas anteriores fueron Los elefantes nunca olvidan y De más allá, producción que lo hizo acreedor de un León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia y del Premio Horizontes en el Festival de Cine de San Sebastián.
En Panda Ancha tuvimos la oportunidad de asistir a la premiere de esta cinta antes de su lanzamiento el próximo 10 de noviembre, por lo cual te presentamos nuestra reseña sin spoilers y galería interactiva del elenco principal.
Antes de comenzar con los detalles, mira el tráiler oficial y prepárate para un viaje tan crudo como intrigante, el cual forma parte de los estrenos de cine para el mes de noviembre.

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La caja: reseña sin spoilers
Al igual que sus dos predecesoras, el largometraje producido por Ivanhoe Pictures y Teorema Films toca el tema de la falta de una figura paterna en las familias latinoamericanas, con la diferencia de que en esta ocasión la trama se desarrolla en México.
Por tal motivo, la historia gira en torno a Hatzin, un adolescente de 13 años que viaja de CDMX a Chihuahua para recoger los restos de su padre, Esteban, encontrados en una fosa común. Es importante mencionar que el chico jamás pasó tiempo con él, pues es uno de los argumentos principales que sustenta los acontecimientos del filme.
Luego del papeleo correspondiente, el joven recibe una cédula de identidad hallada con el cadáver y una pesada caja de metal, la cual es una alegoría de la enorme carga que significa para el muchacho no haber tenido un modelo paterno a lo largo de su niñez.
“El corazón de la película es la necesidad que tiene un joven de encontrar el amor de un padre, encontrar la aceptación de una familia. Y eso es lo que está metido en la caja de Hatzin”, comenta Lorenzo Vigas, Director de la cinta.
Ya en el autobús de regreso a la capital de la República, el protagonista se asoma por la ventana y logra ver a una persona de aspecto idéntico al de su papá. En consecuencia, decide bajarse y cuestionarle directamente si es Esteban.
Aunque el hombre niega lo anterior y asegura llamarse Mario, el chico se aferra a la idea de que es su padre, por lo cual sigue al sospechoso a todas partes y descubre que se dedica a reclutar inmigrantes a fin de abastecer con mano de obra a las fábricas maquiladoras de la región.
Gracias a su insistencia, Mario decide darle un hogar al joven junto a su esposa Norita. Asimismo, lo vuelve su ayudante en el negocio de las maquilas: una industria que no duda en aprovecharse de la necesidad de los pobres.
Dicha premisa también sirve perfectamente para denunciar la cruel realidad que atormenta al país: explotación laboral, robos, asesinatos, feminicidios y fosas clandestinas.
Desde el inicio, llama enormemente la atención la indiferencia y la frialdad mostrada por las autoridades, como si ya estuvieran acostumbradas a los crímenes. De hecho, conforme avanza la trama se da a entender que en el pasado han sucedido situaciones similares, las cuales, para sorpresa de nadie, quedaron impunes.
En cuanto a los obreros, no pueden hacer otra cosa más que trabajar hasta el cansancio a cambio de un salario sumamente bajo; de lo contrario, sus vidas correrían peligro. Inclusive las familias de las víctimas pagan caro exigir justicia por sus seres queridos.
Todo esto tiene lugar en los descomunales parajes desérticos del norte del país, los cuales sacan a relucir uno de los puntos fuertes de la película: la fotografía. En varias ocasiones, el filme les regala a los asistentes imponentes tomas panorámicas de los yermos, carreteras y noches estrelladas tan características del cruce fronterizo.
Una de las razones por las que se decidió lo anterior fue para resaltar la fragilidad emocional de Hatzin, pues durante estas escenas parece todavía más pequeño y vulnerable de lo que ya es.
“La historia sí está muy relacionada con mi vida personal en la realidad (…) siento que eso también ayudó a dar cierto sentimiento, realismo y naturalidad que necesitaba la película”, dijo Hatzin Navarrete.
En este sentido, el actor transmite a la perfección el dolor de un chico que perdió a su padre, con el cual jamás convivió. En consecuencia, a lo largo de la cinta se le nota callado y distante, pero a la vez sediento de sentir el cariño paternal que nunca experimentó.
Es verdad, el amor y la frialdad son dos sentimientos completamente opuestos. Sin embargo, la obra de Vigas brilla por la disonancia y las contradicciones, mismas que juegan a propósito con la mente del público y lo mantienen expectante en todo momento.
Por ejemplo, Mario acoge a los migrantes, les obsequia chamarras para el frío y les brinda comida, lo cual hace que congenies con él; no obstante, la suerte de los trabajadores cambia radicalmente al llegar a las maquilas.
Lo mismo sucede con Hatzin, quien se cuestiona si es correcto lo que hacen con los obreros, aunque después parece no entender la diferencia entre lo moral y lo inmoral, realizando actos cuestionables con el fin de defender los intereses de su nuevo tutor.
De hecho, la propia relación entre los personajes principales es inconsistente. En un principio, Mario se muestra visiblemente incómodo ante la insistencia del muchacho, aunque más tarde le corresponde y se muestra cariñoso cuando desarrollan un vínculo paternal.
¿Qué es real y qué es mentira? ¿En verdad existe una conexión entre Mario y Hatzin? De no ser así, ¿qué le pasó realmente al padre del adolescente? ¿Hasta dónde es capaz de llegar una persona por amor?
Si te gustan las historias intrigantes y quieres sacar tus propias conclusiones, sin duda te recomendamos darle una oportunidad a este proyecto, pues a lo largo de la trama suceden muchas otras cosas, las cuales te dejarán impactado. Asimismo, los personajes te darán pistas que podrían resolver las dudas antes mencionadas... o quizá despertar más.