No cabe duda de que Pinocho de Guillermo del Toro es de los estrenos más esperados tanto de cine como de Netflix, pues la calidad de la película es brutal de principio a fin y le da un lavado de cara a la obra original de Carlo Collodi publicada en 1883.
¡Y cómo no! Si además de contar con la participación del multigalardonado director mexicano, también posee entre sus filas al experto animador en stop motion Mark Gustafson, reconocido por las cintas El Fantástico Señor Zorro (2009) y Goblins (2016).
Si todavía no ves el filme, conoce nuestra reseña sin spoilers y galería del elenco, porque te estás perdiendo la que probablemente es la mejor adaptación de Pinocho. ¿No nos crees? Dale un vistazo al tráiler y compruébalo por ti mismo en sólo unos minutos.
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Pinocho de Guillermo del Toro: reseña sin spoilers
A diferencia de sus antecesoras, el proyecto no se sitúa a finales del siglo XIX ni tampoco ofrece un paisaje alegre y lleno de color como el trabajo de Disney de 1940. En cambio, la audiencia se topará con una Italia dominada por el fascismo: la gente tiene miedo de morir y hasta los propios niños son obligados a realizar el servicio militar debido a la Segunda Guerra Mundial.
Dicho esto, el primer personaje que conocerás será Geppetto, el carpintero del pueblo, quien en ese momento se encontraba reparando el Cristo de la iglesia local. No obstante, a raíz del conflicto bélico le sucederá un terrible acontecimiento, el cual lo cambiará para siempre.
Por ello, el anciano que en primera instancia recorría su camino al trabajo lleno de optimismo y alegría, pronto se convertirá en un alcohólico deprimido y con la cabeza repleta de tormentos. En medio de uno de sus tantos colapsos, el hombre corta un árbol con el objetivo de construir una marioneta.
Casualmente, en ese mismo tronco vivía Sebastián J. Cricket. Como lo escuchas, no se llama José; de hecho, en el libro de 1883 este carismático grillito no tenía nombre. De ahí que el clásico de los 40 lo bautizara con el apelativo de ‘Pepito’.
Aferrado a no dejar su hogar, Sebastián viaja dentro de uno de los pedazos de madera hasta la casa del carpintero, en donde éste trabaja toda la noche obsesionado con terminar su creación y suplicándole a una fuerza superior que le dé vida propia.
A partir de aquí, comienza una serie de referencias a diferentes temas filosóficos, ya que, tras oír sus plegarias, aparece quien en teoría debería ser el hada madrina. Sin embargo, el personaje realmente es una alegoría de la vida y más adelante conocerás a su contraparte: la muerte.
Conmovido por el dolor de Geppetto, el Espíritu del Bosque le concede su deseo; en consecuencia, la marioneta despierta a la mañana siguiente. La gran sorpresa es que el protagonista se concibe a sí mismo como un niño de verdad desde el primer momento. Y en efecto lo es, dado que su comportamiento corresponde al de un pequeño de su edad.
Por consiguiente, no verás a un Pinocho bien portado; al contrario, impulsado por su curiosidad, pondrá a prueba la estabilidad mental y la propia integridad de su nuevo padre. Asimismo, le causará pavor y rechazo a cualquier persona con la que se tope en su camino.
Partiendo de lo anterior, del Toro presenta otro tópico filosófico e inclusive religioso: la distinción entre el bien y el mal. Pronto, el chico comenzará a preguntarle a su papá por qué la gente lo odia y lo llama un constructo de Satanás, mientras que a Cristo lo adoran sin importar que ambos sean de madera.
Luego de una conmovedora explicación, el carpintero le regala un libro muy especial a su hijo y lo envía a la escuela. No obstante, en el camino se encuentra con el Conde Volpe, el cual maneja un circo ambulante en compañía de su mono Spazzatura.
A base de engaños, y posteriormente movido por las crueles palabras de Geppeto, el niño decide irse con el cirquero y ofrecer un espectáculo a lo largo de Italia. A partir de este instante, el pequeño vivirá incontables situaciones hasta llegar a un conmovedor desenlace.
Con esto en mente, ¿qué hace diferente al proyecto de Guillermo en comparación con otras versiones producidas en el pasado? Para contestar a esta pregunta, es necesario recurrir a las palabras del propio director, quien comentó que “la desobediencia es el único camino para la conciencia”.
Es por ello que, a pesar de ser una marioneta, Pinocho jamás se deja controlar por nadie, incluyendo al pueblo, al gobierno y a su empleador. Él no está dispuesto a complacerlos a cambio de perder su esencia. Inclusive, no teme burlarse e insultar al mismísimo Mussolini en sus narices.
De hecho, este argumento da pie a una situación bastante común en la vida de diversas personas, pues el protagonista no tiene planes de cambiar ni siquiera por su propio padre.
Al principio, Geppetto se muestra obstinado y obsesionado por moldear a su hijo buscando convertirlo en alguien completamente diferente a lo que de verdad es, aunque en el proceso desgarre al niño.
El carpintero no se da cuenta de que el chico es valioso y feliz libre de ataduras y prejuicios. El muchacho canta, baila y ríe, pero también es capaz de sentir tristeza. Eso lo hace mucho más humano que la mayoría los personajes de la película.
Por tal motivo, Pinocho no duda en transmitir para bien esa desobediencia a aquellos que lo rodean. El caso más evidente es Candlewick, con quien en esta ocasión no irá a la Tierra de los Juguetes ni mucho menos se transformará en burro. En su lugar, forjarán una bella amistad en un campo de entrenamiento militar fascista.
Ciertamente, un escenario tan sombrío como la guerra y la dictadura suele venir acompañado de muerte. Y no la presenciarás en una sola ocasión, sino en diversas escenas, algunas más impactantes y gráficas que otras.
Éste es quizá el tema mejor utilizado y frofundizado a lo largo del filme. La fugacidad de la vida es lo que en verdad la vuelve valiosa y te lleva a disfrutar al máximo cada momento, ya sea de manera individual o en compañía de tus seres queridos.
Sin embargo, al igual que en la realidad, en la cinta hay diversas formas de afrontar la pérdida: desde aferrarse a un ser que ya no está contigo, hasta aquella en la cual se deja ir a una persona con total paz. Al final, la muerte es natural y parte del ciclo, por lo cual no debe ser vista como algo aterrador.
Respecto a la animación, es una verdadero deleite visual. No podía ser en 2D, en 3D a través de CGI o live action. La naturalidad, belleza y expresividad con la que los personajes interactúan gracias al stop motion resulta simplemente fascinante. Debido lo anterior, es imposible no empatizar con ellos.
Cuando terminas de ver el largometraje, comprendes por qué Guillermo le dedicó más de la mitad de su carrera al proyecto. Si a lo anterior se le agrega una banda sonora sumamente conmovedora y una actuación de voz que logra transmitir a la perfección una infinidad de emociones, se obtiene un resultado de enorme calidad.
De este modo, Pinocho de Guillermo del Toro es un homenaje a todas las personas que en algún momento se sintieron una carga, perdieron a alguien amado o fueron señaladas sólo por su forma de ser. Si te identificas con lo ya mencionado, prepárate, porque la película va a tocar fibras muy sensibles, pero también te hará ver cuán valioso eres por el simple hecho de ser tú mismo y te motivará a gozar al máximo cada instante... porque la vida es un regalo maravilloso.
